La historia de un hombre cuya esposa no sabe cocinar.

Me encanta comer. Cuando era niña, mi abuela me alimentaba. ¡Quién sabía cocinar! El olor de su borscht y pasteles me dio vueltas la cabeza. Todo parece simple, la comida es ordinaria, rústica, pero tan pronto como la pongan en la mesa, incluso invite al zar. Le habría otorgado todas las estrella...